Un cristiano que no ora es simplemente una contradicción. Como el niño que nace muerto no tiene vida, un creyente profeso que no ora está desprovisto de vida espiritual. La oración es el respirar de la nueva naturaleza del creyente, tal como la Palabra de Dios es su alimento. Cuando el Señor dijo al discípulo de Damasco que Saulo de Tarso verdaderamente se había convertido, le dijo: «He aquí, Saulo ora» (Hechos 9:11). En muchas ocasiones el altivo fariseo había doblado
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